How to handle tantrums without losing your cool

Por Brando Menjivar, 4 de diciembre de 2025

Dealing with a child having a meltdown

Si eres padre, probablemente lo presenciaste: una oleada repentina de emociones, gritos fuertes, quizá pisotones o brazos agitados — un colapso total. Ya sea que tu niño o niña sea un niño pequeño, un niño en edad preescolar o incluso en la primera escuela primaria, los berrinche son una parte natural (aunque a menudo abrumadora) del crecimiento.

Y no son tu niño/un "portar mal" o "intentando pulsar botones". Los berrinches o crisis ocurren cuando los sentimientos intensos inundan el sistema de tu niño o de tu niño/a y su cerebro emocional toma el control. En esos momentos intensos, no piensan con claridad. Simplemente están abrumados.

Si alguna vez buscaste en Google "¿Cómo lidiar con el berrinche?" o susurraba para ti mismo, "¿Cuándo termina el berrinche?", definitivamente no estás solo. Muchos padres se preguntan si el berrinche es un comportamiento típico a la edad que tiene su niño/a, o cómo ayudar a su niño/a a a dejar de colapsar por lo que parece todo.

La buena noticia: aunque los berrinche son normales, también son una oportunidad para mostrar conciencia emocional y construir la calma interior de tu niño/a. A continuación, tres estrategias suaves y poderosas que pueden ayudar a desescalar esos momentos difíciles y traer más paz a tu hogar.

Consejo 1: Mantén la calma, mantén los pies en la tierra

La primera herramienta en nuestra caja de herramientas para calmar es la coautorregulación. ¿Qué significa eso? Significa que, como Familia, te mantienes tranquilo y centrado y ofreces tu presencia tranquila a tu niño/a.

Cuando las emociones de tu niño o niña están a flor de piel, su capacidad para autorregularse se ve afectada. Por eso es fundamental que tú seas su ancla. Si el "radar emocional" de tu niño o una está a todo volumen, no los encuentras allí. Te encuentras con ellos donde estás: con los pies en la tierra, con firmeza, respirando.

Así podría ver esto en la vida real: quizá os sentéis a su lado en el suelo, ofrecéis la mano sobre su pecho y respiréis hondo y con calma juntos. Tu ritmo cardíaco constante y respiraciones lentas pueden ayudar a calmar su sistema nervioso, mostrando (sin palabras) que todo va a salir bien.

Este tipo de cercanía física y presencia tranquila envía un mensaje poderoso: "Estoy aquí. Estoy tranquilo. Te ayudaré a superar esto."

Consejo 2: Muévete, suelta la tensión

A veces, niños (¡y adultos!) Quedar completamente "atrapado" en sus sentimientos — abrumado e incapaz de soltar. Ahí es cuando el anclaje físico puede ayudar: mover, pisar fuerte, apretar o simplemente hacer algo físico que ayude al cuerpo a liberar tensión.

Si tu hijo pequeño está teniendo una crisis, podrías decir: "Oye, vamos a pisar fuerte juntos" o "¿quieres apretar tu conejito de peluche conmigo?" Incluso podrías hacerlo un poco tonto, para aligerar el momento: "¡Pisotea como un dinosaurio grande!"

El movimiento ayuda a descargar la energía acumulada. Y el acto de hacer algo físico juntos puede ayudar a que tu niño o un niño se sientan menos solos en sus emociones.

No solo ayuda a liberar energía, sino que también comunica sutilmente: "Está bien estar enojado." A veces los niños solo necesitan saber que sus sentimientos son válidos y que hay formas seguras de expresarlos.

Consejo 3: Cambia suavemente el ambiente

La tercera herramienta es un cambio sensorial, un resetear suave para el cerebro y el cuerpo de tu niño/a. Un pequeño cambio en sus sentidos a veces puede interrumpir una espiral de crisis y ayudarlos a reconectar con el momento presente.

Aquí tienes algunos ejemplos:

  • "Vamos a sentir esta agua fresca en tus manos." La sensación fresca puede ayudar a desviar su atención del caos emocional.

  • "Vamos a contar todos los autos rojos que veamos por la ventana" si estás en el auto. Centrar la atención en algo simple y concreto le da a su cerebro un pequeño "trabajo", que puede ayudar a ralentizar los sentimientos abrumadores.

  • Pon una canción. La música a veces puede ser justo el cambio que tu niño/a necesita.

La belleza de un cambio sensorial es que no requiere palabras largas ni grandes explicaciones, solo una redirección sencilla y suave.

Cuando la tormenta pasó

Cuando el berrinche o colapso se calmó, ahora es el momento de conversar. Porque ahora, su cerebro lógico vuelve a estar en línea. Ahí es cuando puedes decir cosas como:

  • "Oye, vi que estabas muy molesto por salir del parque."

  • "Lo entiendo, es difícil cuando quieres más tiempo para jugar."

  • "Cuando vuelvas a sentirte enojado o triste así, puedes decírmelo. Estoy aquí para ayudar."

Puedes darles opciones, poner un temporizador o ayudarlos a entender qué viene después. Esta también es una oportunidad para validar sus sentimientos, hacerles saber que sus emociones tienen sentido y también ayudarlos a aprender formas más saludables de expresar.

"¿A qué edad paran los berrinche?" — ¿o sí?

Muchos padres esperan una era mágica en la que los berrinche desaparezcan. La respuesta honesta es: no hay una edad específica en la que el berrinche se detenga para siempre.

Niños pequeños, niños en edad preescolar — estos primeros años de la infancia están llenos de crecimiento, grandes emociones y aprendizaje. A medida que mejoran las habilidades de comunicación, la conciencia emocional y la autorregulación de tu niño/a, los berrinches y los colapsos tenderán a ser menos frecuentes y menos intensos.

Dicho esto, el berrinche puede ocurrir de vez en cuando — incluso más allá de los años pequeños. Nuevas frustraciones, transiciones (como empezar el colegio), cansancio o sentir incomprendido también pueden desencadenarlos a edades avanzadas. Pero lo que suele cambiar es la frecuencia con la que ocurren y cómo se recupera tu niño/a.

El verdadero objetivo no es "detener el berrinche para siempre", sino construir resiliencia emocional: ayudar a tu niño o a aprender formas saludables de sentir emociones intensas y calmar cuando las emociones están a flor de piel.

Aprender a manejar las grandes emociones

Aquí está la verdad: el berrinche y los colapsos son un desastre. Pueden resultar desgarradores, agotadoras y caóticas. Como padre, puedes sentirte culpable, frustrado o perdido. Y a veces, puede parecer que estás haciendo todo mal.

Pero si practicas estas tres herramientas — la co-regulación, el arraigo físico y el cambio sensorial — estás haciendo algo profundamente poderoso. Más que ofrecer a tu niño o un niño seguro, calma y una forma de superar la tormenta, le estás mostrando que está bien sentir emociones intensas. Esa rabia, tristeza, frustración — todo forma parte de ser humano. Y, lo más importante, les estás ayudando a aprender a superar esos sentimientos con cuidado y amabilidad.

Berrinche de niño pequeño, crisis de nervios, berrinche de temperamento — todo forma parte de la primera infancia. Pueden dejarnos agotados. Pero no tienen por qué dejarnos sin esperanza. Recuerda: no se trata de detener los sentimientos. Se trata de ayudar a tu niño o a pasar por ellos con seguridad. Y con el tiempo, muchas de esas tormentas se irán calmando.


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